¿Qué Tan Bueno Debes Ser para Ir al Cielo?

Muchas personas tienen la idea de que si ellos hacen suficiente bien, o no demasiado mal, entonces Dios les va a permitir que entren en el cielo. En otras palabras, cuando se trata de obtener la vida eterna, ellos piensan que Dios califica en una escala. Esta suposición está basada en un pensamiento equivocado.

Primero, esta forma de pensar no entiende que el estándar de Dios de lo que es bueno es absoluto. Si alguien pudiera obtener la vida eterna con ser bueno, al obedecer la Ley de Dios, o haciendo algún tipo de compromiso, entonces su desempeño tendría que ser perfectamente bueno así como Dios es perfectamente bueno. Jesucristo enseñó que no hay ninguno bueno sino Dios (Mt 19:17; Ro 3:9-12). Muchas personas tienen un concepto relativo de lo bueno, esto es, ellos miran a otros para ver cómo se compara su propia bondad. Por supuesto, ellos encuentran que son mejores que algunos y peores que otros. Pero las otras personas no son el estándar del cielo; es Dios mismo.

Segundo, es un error pensar que lo mejor del hombre es suficiente. La Biblia nos enseña que los mejores esfuerzos de una persona para obtener la vida eterna no son dignos para que Dios los acepte (Is 64:6; Ro 3:20; Ef 2:8-9). Una persona debería mantener los estándares de Dios perfectamente (como se refleja en Sus Leyes) y no podría fallar ni siquiera en un aspecto o en un mandamiento (Ga 3:10; Stg 2:10). Siempre habrá espacio para ser mejor o más comprometido, así que aun el mejor desempeño de uno es insuficiente, no es lo suficientemente bueno.

Tercero, es un error pensar que el problema del hombre es simplemente su conducta. Ninguno puede obtener la vida eterna con su comportamiento exterior, sino sólo con creer en Jesús como el que lo Libra del pecado. La Biblia nos enseña que el pecado, no los pecados por decir, evita que las personas que no son salvas experimenten la vida de Dios. Los pecados son el resultado de una condición pecaminosa, así como la toz y la nariz congestionada son el resultado de un resfriado. Mientras que podemos tratar los síntomas del problema (la toz), la cura debe de tratar con la causa o la condición (el resfriado). Para empezar, el problema del hombre que no es salvo es su condición espiritual pecaminosa en la que está muerto para Dios (Ro 3:18; Ef. 2:1). Por lo tanto cambiar o mejorar la conducta de uno no trata con la causa o la condición que evita que una persona no-salva tenga vida eterna y pueda entrar al cielo.

Cuarto, es un error ignorar lo que Dios ya ha hecho por nosotros. Dios envió a Su Hijo, Cristo Jesús, para hacer lo que ninguna otra persona pudo hacer. Ya que todos los esfuerzos por hacer bien o ser buenos de los no-salvos están manchados con el pecado, alguien más tenía que satisfacer las demandas de justicia de Dios en representación de cada persona. Sólo Jesús pudo hacer eso, porque como Hijo de Dios Él fue sin pecado y perfecto aceptable para Dios. Jesús tomó el pecado de cada persona en Sí mismo y pagó el precio de la muerte por todos (2 Cor 5:21). Entonces Él ofreció el regalo de la vida eterna a todos, el cual se puede recibir por medio de la fe (Jn 1:12; 3:16; Ef 2:8-9). Pensar que nosotros debemos de hacer algo insulta a Dios y hace Su regalo perfecto como inadecuado

Nadie puede tener la esperanza de la vida eterna por ser mejor que los demás o ser lo suficientemente bueno. Ninguna obra de uno, mantener la Ley, desempeño, compromiso, reformarse, arrepentirse de los pecados, abstenerse de pecar, bautizo, asistencia a la iglesia, sinceridad, o buenas intenciones son lo suficientemente buenas para el cielo. La única esperanza es aceptar lo que Dios ya ha hecho creyendo en Jesús para la vida eterna. Si la vida eterna viene de lo que Él hizo y no de lo que alguien hace, entonces uno no puede hacer nada para ser aceptados por Dios.