¿Por Qué Enseñar Acerca de las Recompensas?

La Palabra recompensa (misthos) viene de la palabra griega de pagar o de salarios. Mientras que la salvación es absolutamente gratuita, claramente las recompensas se tienen que ganar. Los pasajes acerca de recompensas se encuentran a través del Viejo y del Nuevo Testamentos. ¿Algo tan prominente podría ser ilegítimo? A continuación están las razones por las que los Cristianos deberían ser enseñados acerca de las recompensas:

Como hijos de Dios, nosotros disfrutamos un compañerismo con Él ahora y en la eternidad. La calidad de ese compañerismo se puede mejorar para siempre como una recompensa para nuestras vidas actuales y temporales. Las recompensas nos recuerdan que lo que somos permanece más allá de esta vida. Ro 8:17; Heb. 11:16

Que Dios nos recompensa por nuestras decisiones actuales nos hace responsable de nuestras decisiones. Acciones dignas, pensamientos, y palabras van a llevar el fruto de la recompensa en la eternidad. De la misma manera, eso que no es digno va a causar la perdida de las recompensas y la vergüenza. Ro 14:10- 12; 1 Jn 2:28

Las recompensas no sólo son eternas; algunas empiezan en esta vida. Ellas pueden mejorar en gran manera la forma en la que disfrutamos nuestra experiencia actual. Mt 16:25; Mc 10:29-31

Dios inicia las recompensas porque Él se complace al hacer esto. ¿Y quiénes somos nosotros para negarle el placer a Dios? Él se deleita al bendecir a Sus hijos con buenas cosas. El deseo humano de expresar gratitud o de recompensar el buen comportamiento en nuestros propios hijos es algo común y encomiable. ¿Esperaríamos menos de nuestro Padre celestial? Mt 6:6, 18; 25:21

Muchos pasajes acerca de las recompensas son interpretados incorrectamente como pasajes de salvación. Esto confunde desesperadamente la gracia gratuita de Dios en la salvación con las recompensas obtenidas en la vida Cristiana. El resultado es una teología que mina la fe sola en Cristo y la seguridad Cristiana. Por ejemplo, 1 Cor 9:24-27 es un pasaje acerca de recompensas que algunos interpretan incorrectamente como un pasaje de salvación. Esto hubiera significado que el Apóstol Pablo le faltaba la seguridad, ya que él la basó en su desempeño. Mt 10:32-33; Ap 2-3

Ef 2:10 dice que Dios nos creó en Cristo Jesús para hacer buenas obras. Mientas que no es la única motivación, las recompensas son una manera en la que Dios nos motiva para hacer lo que Él quiere. 1 Timoteo 6:17-19; 2 Jn 1:8

Dios castiga a los incrédulos de acuerdo con el grado de sus obras malvadas. Tiene sentido que Él vaya también a recompensar a los creyentes de acuerdo con la bondad de sus obras. Si la retribución restringe la maldad proporcionalmente, entonces las recompensas proporcionalmente cultivan la rectitud. 2 Cor 5:10; Ap 20:12; 22:12

Ya que las recompensas implican una mayor capacidad para server a Dios y a los demás, y si esa capacidad se lleva a la eternidad, entonces nos van a ayudar a servirle mejor a Él allá. La Biblia nos promete que vamos a reinar con Jesucristo. La extensión de nuestro gobierno es recompensado de acuerdo con nuestra fidelidad en esta vida. La mayordomía está constantemente ligada con las recompensas por el constante cumplimiento de nuestras responsabilidades. Mt 24:45-51; 25:14-30; Lc 19:11-27; 2 Tm 2:12

Cuando los pasajes acerca de las recompensas se interpretan incorrectamente como pasajes de salvación, la motivación inevitable para las buenas obras es validar la salvación de uno y escapar del infierno. El temor se puede convertir fácilmente en la motivación para las buenas obras. Pero el temor al infierno nunca puede motivar al creyente, quien está seguro eternamente. Sólo debería motivar al incrédulo. El creyente sólo tiene que temer la pérdida de sus recompensas. Pero aun así el temor es una de las motivaciones para vivir una vida piadosa. Las obras hechas con motivos indignos serán reveladas por lo que son y no tendrán recompensa. 1 Cor 3:12-15; 13:1-3

Si las recompensas incrementan nuestra participación en la gloria de Dios, o nos dan una mejor capacidad para experimentar la gloria de Dios, entonces nuestras recompensas también nos ayudan a darle más gloria a Él. En Ap 4:10 los 24 ancianos echan sus coronas delante del trono de Cristo. Quien sea que los ancianos están representando, las coronas que ellos tienen ciertamente representan la recompensa, honor, y gloria que se les dio por alguna razón. Ellos entonces pueden usar ese honor para glorificar a Dios al ofrecerle sus coronas a Él. En otras palabras, ellos honran más a Dios al tener las coronas que si no las tuvieran. Las recompensas que recibimos nos ayudan mejor para darle más gloria a Él. Ef 1:11-12; 1 Pe5:4

La salvación inicial por la absoluta gracia gratuita de Dios no está en conflicto con los subsecuentes méritos o recompensas en la vida Cristiana. Las recompensas no son la única, o necesariamente la mejor, motivación para la vida piadosa. Amor, gratitud, y obligación son algunas de las motivaciones más altas para servir a Dios en esta vida. Pero no existe nada malo con la motivación y la consolación que nos dan las recompensas. Ya que las recompensas son decretadas y designadas por Dios, no se deberían de considerar inferiores o desecharse con desprecio. Cada Cristiano debe ser instruido acerca de las recompensas.