Haciendo las Decisiones Correctas en Problemas Cuestionables

Algunas veces los Cristianos deben decidir si participar o no en ciertas prácticas 'cuestionables'. Un problema cuestionable es el 'área gris' de una actividad o decisión que la Biblia no menciona como correcta o incorrecta. Buenos Cristianos pueden estar en desacuerdo en muchas áreas grises: Alcohol, tabaco, cafeína, películas apropiadas, música, y revistas; o de su participación en tradiciones acerca de Navidad, Semana Santa, o Halloween; etc.

Algunos van al extremo para resolver estos problemas. Un extremo es el libertinaje: Si la Biblia no lo prohíbe entonces dentro de la gracia existe la libertad para participar. El otro extremo es el legalismo: Una crítica absoluta acerca de estos asuntos que demanda total abstinencia. Ambos extremos ignoran la examinación crítica del problema y los principios bíblicos; y ambos crean un corto-circuito en el proceso de la madurez (Vea Heb 5:13-14). La Biblia nos da una guía para hacer decisiones responsables acera de los problemas cuestionables.

Ya somos libres en la gracia, por eso debemos de usar nuestra libertad para tomar buenas decisiones. Una buena decisión es una que agrada a Dios, y que beneficia a los demás. En resumen, una buena decisión es una que refleja el amor a Dios y a los demás (1 Cor 10:24).

Sabemos que Dios habla claramente acerca de algunas cosas. En esos casos estamos moralmente obligados a obedecer. Algunos mandamientos no contienen ninguna ambigüedad, como 'No os embriaguéis con vino' (Ef 5:18a), o 'Huid de la fornicación' (1 Cor 6:18a). Pero cuando la Biblia permanece en silencio, estamos libres de escoger responsablemente de acuerdo con los principios de la Palabra de Dios. A continuación se resumen estos principios en cuatro preguntas cruciales que debemos hacernos cuando decidimos qué hacer. Los principios vienen de 1 Cor 8-10 en donde el problema era si comer la carne ofrecida a los ídolos o no. Algunos Cristianos de la iglesia primitiva nunca pensaron en comer carne ofrecida en los sacrificios idólatras. Pero otros pensaron que no era más que simple carne y que no tenía ningún valor espiritual. Mientras que Pablo decía que la comida no era maligna (8:8), él les explicó que sería imprudente e inconsiderado que los Cristianos comieran esa carne sin considerar cómo los afectaría a ellos y a otros (8:9-13). Su argumento se extiende hasta el capítulo 10, en donde él concluye (10:23-33), y en el que nos basamos para las siguientes cuatro preguntas guías:

1. ¿Edifica o esclaviza? En 1 Cor 10:23 Pablo dice, 'Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica'. 'Todo' se refiere a esas actividades en las que Dios se mantiene en silencio. Debemos de escoger hacer sólo esas cosas que nos ayudarán a crecer en la gracia y en la santidad para parecernos más a Cristo. Pablo se da cuenta de que sólo porque Dios no dice que algo sea malo, eso no lo convierte automáticamente en algo correcto. La participación puede esclavizar a un Cristiano débil: 'Todas las cosas me son lícitas [...] mas yo no me dejaré dominar de ninguna' (1 Cor 6:12). Si alguien adoraba a los ídolos y se siente lo suficiente fuerte para comer carne sacrificada a los ídolos, esto lo puede llevar a que visite los banquetes ofrecidos al ídolo en su templo, y aún participar en la idolatría otra vez. De la misma manera, un Cristiano débil que ve ciertas revistas o películas cuestionables se puede encontrar a sí mismo acercándose a materiales más explícitos y más peligrosos que lo pueden llevar a pecar o a esclavizarse a la pornografía.
2. ¿Ayuda o estorba a otros Cristianos? Este principio se resume en el v. 24: 'Ninguno busque su propio bien, sino el del otro'. Y después vv. 25-29 explican cómo debemos de pensar para evitar hacer cosas que puedan dañar la consciencia de otro Cristiano, en lugar, debemos de escoger lo que ayuda a los demás Cristianos en su crecimiento en la semejanza de Cristo. Nunca debemos de hacer algo que haga que un hermano en Cristo comprometa su consciencia al punto de sentirse culpable y condenado. Por ejemplo, no sería sabio o amoroso que un Cristiano maduro le ofreciera una bebida alcohólica a un recién convertido que tuvo problemas con el alcohol. Esto puede traer condenación a su consciencia, o aún peor, puede que regrese al alcoholismo. (cf. 8:9-13; Ro 14:19-21)
3. ¿Glorifica a Dios? 'Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios' (10:31). En otras palabras, si un anillo en tu nariz le da la gloria a Dios, póntelo. Aunque se puede entender que una persona haga eso para identificarse culturalmente y mezclarse con las personas que está tratando de alcanzar para Cristo, de la misma manera puede llamar la atención hacia su persona y robarle la gloria a Dios. Por eso, uno debe de examinar cuidadosamente sus propios motivos para ver si sus decisiones están motivadas por la vanidad o algún interés egoísta, o por un honesto intento de magnificar a Dios. Cuando participemos en alguna cosa, debemos detenernos a alabar y glorificar a Dios por ello (cf. v. 30).
4. ¿Debilita mi testimonio hacia los incrédulos? Pablo no hubiera hecho nada que lo distrajera de su mensaje y ministerio: 'No seáis tropiezo [...] como también yo en todas las cosas agrado a todos [...] para que sean salvos' (vv. 32-33). Él inclusive renunció a su derecho de recibir apoyo financiero cuando estuvo en Corinto, 'por no poner ningún obstáculo al evangelio de Cristo' (cap. 9). Algunos incrédulos tienen fuertes convicciones acerca de ciertas cosas. Nosotros no debemos hacer nada que haga más difícil que ellos escuchen el evangelio cuando les prediquemos. Para los incrédulos, el problema debe ser el mensaje del evangelio, no el mensajero.

Alguno resumió de esta manera cómo debemos de tomar decisiones en los problemas cuestionables: 'Ama a Dios, y haz lo que quieras'. Ciertamente, si actuamos en amor hacia Dios, nosotros vamos a actuar en amor hacia los demás, y vamos a tomar decisiones sabias en los problemas que no son claros. Pero tenga cuidado: ¡usted no puede agradar a todos los hombres! Algunos Cristianos son quejumbrosos y criticones de carrera. Estos necesitan ser instruidos gentilmente fuera del legalismo o del espíritu de juicio. En corto, ellos necesitan crecer y aprender cómo tomar decisiones maduras y responsables.