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   Vida Eterna por Buenas Obras – Romanos 2:6-7, 10, 13



6 el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: 7 vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, 10 pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego; 13 porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados.

¿Puede una persona obtener la vida eterna haciendo el bien o ser justificada por guardar la ley? Sí, por supuesto, en teoría, eso es lo que dicen estos versículos en Romanos. Algunos argumentarán que estos versículos enseñan cómo uno puede obtener la vida eterna o probar que han sido justificados por hacer buenas obras constantemente u obedeciendo la ley. Pero ¿Cómo se usan estos versículos en contexto y puede una persona ser lo suficientemente buena para satisfacer la perfecta justicia de Dios? Más adelante, el Apóstol Pablo declarará que no hay quien haga el bien y nadie puede ser justificado por guardar la ley (Rom. 3:10-20). Afirma que la justificación es solo por la fe (Rom. 3:21-4:25). ¿Será que Pablo se descuidó y se contradijo?

La Culpa de la humanidad Es Innegable

En el capítulo 1, Pablo muestra cómo la humanidad, de una forma natural, no reconoce a Dios y, por lo tanto, todos se han corrompido en su pensamiento y en sus acciones. Esta “impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad” merece la ira de Dios (1:18). Las acusaciones del capítulo 1 conducen a conclusiones más específicas en el capítulo 2. En 2:1-16 muestra que el moralista legalista suprime la verdad de su culpa al suponer que él tiene una superioridad moral sobre aquellos que cometen los pecados obvios del capítulo 1. los moralistas también las cometen o “se complacen con los que las practican” (1:32). Su sentido de la moralidad, por defectuoso que sea, al menos reconoce que Dios tiene una norma de justicia, porque estos gentiles tienen la ley de Dios escrita en sus corazones (2:14-15). Pablo procede a mostrar en 2:17-29 cómo los judíos también son culpables ante Dios porque no guardan las leyes que enseñan. Demuestra así que toda la humanidad está bajo pecado y por lo tanto todos son culpables ante Dios (3:9-20, 23). Su conclusión no puede ser más clara.

El Juicio de Dios Es Justo

En el capítulo 2 Pablo transmite la verdad central de que el carácter de Dios es totalmente recto y justo (cf. Gen. 18:25). Dios le da a cada persona lo que esa persona merece. Si alguien continuamente hace el bien sin desviarse, será recompensado con la vida eterna (1:6-7) y si guarda la ley perfectamente, será justificado (o declarado justo) por Dios (2:13). La recompensa por el comportamiento perfecto también se caracteriza por “gloria y honra y paz”, no posesiones temporales, sino experiencias eternas (2:10). El pago para aquellos que desobedecen la verdad de Dios es Su indignación, ira, tribulación y angustia (2:8-9).

Dios administra estos juicios basándose por lo menos en tres principios predominantes. Él juzga “según la verdad” o lo que corresponde a Su propio carácter justo en contraste con el carácter injusto del hombre (2:2-5). También juzga según las obras, o las acciones de la vida que la gente elige (2:6-10). El tercer principio es uno de imparcialidad, porque Dios juzga tanto a los que están sin ley (gentiles) como a los que están bajo la ley (judíos) con el mismo estándar de Su justicia. En resumen, Dios es completamente recto y justo.

Algunos podrían concluir que si Dios da vida eterna a los que hacen el bien y justifica a los que guardan la ley, esto sugiere que es posible que la gente lo llegue a hacer. Por el contrario, el propósito de Pablo es afirmar el carácter justo de Dios, no la posibilidad de la salvación haciendo el bien o guardando la ley. Más tarde derriba esa supuesta posibilidad al declarar que no hay quien haga el bien (3:12) y que nadie merece ser justificado por la ley (3:20; Cf. Gal. 3:21; (Santiago)James 2:10).

La Justicia de Dios es Gratuita

Pablo, de una forma muy efectiva, ha cerrado la puerta a cualquier posibilidad de que las personas se salven eternamente a sí mismas o de que sean declaradas justas por Dios. Eso le permite abrir una puerta de esperanza con las palabras centrales de 3:21-22: “Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios… la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él”. No es por buenas obras o por guardar la ley, sino por la fe en Aquel que vivió una vida perfecta y cumplió toda la justa ley de Dios. Aquellos que creen en Cristo como Salvador son “justificados gratuitamente por su gracia” porque Jesús pagó por nuestros pecados: “mediante la redención que es en Cristo Jesús” (3:24). Nuestro mejor comportamiento no puede pagar nuestra culpa ante un Dios justo.

Conclusión

El estándar ideal de Dios para la salvación es la obediencia perfecta. Para obtener la vida eterna Él exige la perfección o una vida sin pecado. Si alguien viviera así, entonces, el argumento de estos versículos en Romanos 2 es que Dios, en Su perfecta justicia, le daría vida eterna a esa persona. Pero nadie lo hace, así que necesitamos un Salvador perfecto que nos dé el regalo gratuito e inmerecido de la vida eterna. Dios no “califica con grados de bondad” sino que califica con la cruz. No somos salvos por nuestro desempeño imperfecto, sino por Jesucristo sacrificando Su vida perfecta en la cruz por nosotros. La vida eterna es el regalo de la gracia de Dios para nosotros que creemos en la justicia de Cristo, no en nuestra justicia.


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