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   La Hostilidad del Hombre Hacia la Gracia



Aquellos que han sido transformados profundamente por una clara comprensión de la gracia de Dios a menudo se preguntan por qué más personas, salvas o no-salvas, no aceptan este mensaje. Después de todo, si la gracia nos da salvación y sus beneficios son absolutamente gratuitos, ¿Por qué tantos incrédulos la rechazan y por qué tantos creyentes tratan de ponerle condiciones? Sería de gran ayuda ver al patrón bíblico e histórico de esta hostilidad hacia la gracia y entonces ofrecer una explicación.

Un Patrón de Rechazo a la Gracia

La historia de la nación escogida de Dios, los judíos muestra que ellos consistentemente rechazaron Su provisión para sus necesidades espirituales. En Hechos Esteban dijo cómo los judíos rechazaron a Moisés y a la Tierra Prometida y querían regresar a la esclavitud en Egipto y adorar a un becerro de oro. Acerca del becerro de oro Esteban dijo que 'en las obras de sus manos se regocijaron' (Hch 7:39-41). Después, el Apóstol Pablo explicó que los judíos rechazaron el evangelio de la gracia: 'Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios' (Ro 10:3). El común denominador en las evaluaciones de Esteban y Pablo es que los judíos rechazaron la gracia de Dios en favor de sus propios méritos.

El Nuevo Testamento amplifica el mismo patrón de rechazo a la gracia. Jesús fue rechazado y perseguido amargamente por los Fariseos auto-justos que insistían en una rigurosa obediencia de la Ley para mantenerse justos. Pablo fue rechazado por legalistas cada vez que predicaba el mensaje de la gracia. Algunas veces los Cristianos se alejaron muy pronto después de que Pablo se fue, como en Gálacia (Ga 1:6). Pablo les advirtió que los enemigos del evangelio de afuera y de la misma iglesia corromperían a los creyentes (Hch 20:29-31), por eso es que los encomendó 'a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados' (Hch 20:32). Contrarrestar el legalismo (definido aquí como manteniendo las leyes y las reglas para exaltar a mí ser) fue un tema común en la epístolas de Pablo a las iglesias.

La historia de la iglesia desde el Nuevo Testamento muestra que la gracia gratuita de Dios se corrompió antes de que la iglesia cumpliera su primer siglo. Muchos de los padres de las primeras iglesias enseñaron la necesidad del bautismo y de una vida santa para mantener u obtener la salvación. Por muchos siglos después de los primeros padres las religiones dominantes Ortodoxos y Católicos enseñaron la necesidad del bautismo, la penitencia, y otros sacramentos para la salvación. No fue sino hasta la Reforma al inicio de los años 1500 que la Cristiandad reclamó la gracia gratuita de Dios - aunque estos Cristianos fueron perseguidos violentamente.

Incluso Calvino, un líder de la Reforma quien enseño que la gracia era gratuita y la fe en la promesa de Dios nos garantiza la salvación, fue reinterpretado muy pronto para hacer a las obras indispensables para la garantía y la salvación de uno. Para el tiempo de la Confesión de Westminster (1647) las obras se habían incrustado sólidamente en la fe y en el evangelio, no al frente (para ser salvos), sino atrás (para probar que eres salvo). Actualmente un resurgimiento de ese tipo de Calvinismo ha barrido a través del mundo Cristiano con la misma intrusión de obras y mérito para la garantía y la salvación.

Una Respuesta Natural a la Gracia

¿Por qué el hermoso y liberador mensaje de gracia no ha barrido al mundo? Sólo podemos hacer una suposición del porqué tanta gente rechaza o pervierte la gracia gratuita de Dios.

Condicionamiento. Vivimos en un mundo de no-gracia que siempre ha enseñado que debemos de ganar nuestro propio destino. Se nos prometen premios por dejar de usar pañales, por obtener buenas calificaciones, y un salario por trabajar. Además de la Cristiandad bíblica, cada religión mundial ofrece salvación sólo a través del desempeño. La gracia, que nos promete salvación gratuita y segura, suena muy buena para ser cierta. Cuando Jesús les dijo a unos judíos curiosos que la vida eterna era un regalo, su respuesta natural fue '¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?' Jesús no cedió a sus inclinaciones de hacer obras para su salvación, pero en un juego de palabras Él respondió: 'esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado' (Jn 6:27-29). Pregunte a la persona promedio de hoy cómo puede obtener la vida eterna y la respuesta dominante va a incluir que se debe de hacer algo. Que la salvación es verdaderamente gratuita es difícil de comprender o aceptar.

Orgullo. Hacer algo que contribuya a nuestra salvación apela al impulso natural de nuestro orgullo. El evangelio de la gracia gratuita separa completamente las obras de la oferta de la salvación. Nosotros somos salvos por gracia por medio de la fe 'no por obras para que nadie se gloríe' (Ef 2:8-9). El orgullo apela a nuestra carne pecaminosa. A la carne le gusta exaltase a sí misma y presumir de lo que ha hecho, pero el evangelio de la gracia apunta sólo a la cruz como el medio para obtener y mantener la salvación. Pablo dijo, 'Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo' (Ga 6:14). La gracia humilla nuestro orgullo.

Inseguridad. No hay duda de que algunos no están cómodos con la libertad que brinda la gracia. La controversia en Hechos 15 fue causada por judíos que demandaban un criterio en base a un desempeño visible de los gentiles que habían sido salvos por gracia. Esto refleja un deseo de depender de un sistema blanco y negro de leyes o de medidas de comportamiento que pudiera hacer sentir seguros a estos legalistas de su espiritualidad y les daba el derecho de declarar no-salvos a otros. La inseguridad de la incertidumbre de otros puede llevar al miedo de la ambigüedad, que puede producir un deseo de control. Control lleva a la reivindicación de leyes o medidas que hacen sentir cómodos a algunos. Por el otro lado, la gracia mira a la fe en la Palabra de Dios, sumisión al control del Espíritu Santo, y a la compulsión de amar a Dios y a los demás como lo determine la espiritualidad de uno. La gracia es riesgosa porque la libertad siempre es riesgosa.

Conclusión

El hombre tiene una aversión natural hacia la gracia. El alejamiento persistentemente de la gracia se demuestra bíblica e históricamente. Aun así, Dios siempre ha preservado un remanente que está totalmente adherido a la gracia. La gracia gratuita incondicional de Dios que nos lleva a la cruz de Cristo y nos mantiene en humildad, lo que nos permite experimentar más gracia: 'Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes' (Stg 4:6). La mujer esclava al legalismo y su hijo van a ser perseguidos siempre por la mujer libre por la gracia y su hijo (Ga 4:29). Los dos no pueden coexistir o mezclarse. El consejo de Pablo es sacar a la esclava y a su hijo (Ga 4:30). Mire cuidadosamente el desliz natural de alejamiento de la gracia. No trate de comprometerse con el legalismo ni nada que amenace la naturaleza de la gracia que es absolutamente gratuita. Al contrario, 'Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud' (Ga 5:1).


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